BienVenidos

Prólogo

En el némesis, cuando los preciados hijos de Dios, los ángeles, todavía caminaban sobre la tierra al lado de sus congéneres mortales, un ángel quiso cambiar las cosas, un ángel quiso cambiar las reglas, un ángel quiso jugar a ser Dios con el fin de darle la gracia de la inmortalidad a su joven concubina mortal...
Jugó a un juego prohibido, jugó a un juego peligroso, jugó a un juego arriesgado... jugó con la vida y la muerte, que, por desgracia para todos y en especial para ella, terminó con un resultado nefasto... todo fue pasto de las llamas, todo quedó reducido a cenizas... un hombre encapuchado, que ocultaba siempre su rostro en la oscuridad de la capucha, con su letal y fiel guadaña en mano vino con la tranquilidad de la propia muerte a por un cuerpo inerte, a por un alma joven y a por un corazón desolado, a por un corazón destrozado.
Una reluciente y dorada lágrimas se desprendió y cayó en alguna parte del mundo, un juramento fue hecho en la lejanía, unas alas de un blanco impecable, de un blanco reluciente, fueron desplegados en ese mismo instante y los mortales pronto nos vimos caminando solos, sin el reconfortante sonido de las pisadas inmortales a nuestro lado en el largo camino que nos llevaría hacia el envejecimiento y la muerte, el camino hacia la parca, sin la presencia de nuestros bellos y perfectos compañeros eternos.
Nunca nadie supo la razón, nunca nadie entendió el por qué, nunca ningún humano aprendió la lección y es que nunca se le debe entregar tu corazón a un inmortal, pues aunque su amor sea eterno y abrasador, nosotros no lo somos. Esa fue la lección que nosotros nunca aprenderíamos, esa fue la lección que nosotros nunca comprenderíamos, pero que ellos procuraron grabarlo a fuego tanto en su mente como en su corazón para que siempre estuviera presente en sus pensamientos el dolor de la pérdida de una compañera mortal.
Ellos se alejaron por lo tanto de nosotros para salvaguardar sus nobles y puros corazones de nuestras frágiles y delicadas manos, que antes o después los dejaban caer, ya que no tenían ni fuerzas ni para sostenerlos y cuidarlos. Y así era como se rompía el regalo que con tanto cariño nos habían dado, desoyendo los dictados de su padre.
La soledad y la desdicha embargaron los corazones mortales, quienes se sintieron desorientados y heridos profundamente por la partida de sus compañeros, pues no sabían el por qué de la partida. Pero el manto del olvido es fuerte sobre nosotros, los mortales, a diferencia de los inmortales en los cuales el olvido no tenía poder, y pronto nos vimos arropados por el olvido, borrados ya los preciosos recuerdos sobre los momentos que pasamos con ellos y que tanto nos hacían añorarlos. Y antes de darnos cuenta no los recordábamos, no eran para nosotros más que meros mitos, parte de los cuentos que se contaban al amparo del fuego del hogar en noches de invierno.
Mientras tanto, en algún lejano lugar, las lágrimas de oro seguían brotando sin parar por un pasado que nunca ni querría ni podía olvidar, por un error que nunca podría enmendar, por un corazón que nunca se podría recomponer...
Tantas deslumbrantes perlas doradas desprendidas desde entonces cayeron sobre un oscuro manto que envolvía el mundo entero, que nosotros lo llamamos noche, adornaron esa oscuridad dándole una luz y una vida que no supo darle al causante de ese dolor desgarrador, a la ama de su corazón.
Así es como se forjaron las estrellas, así es como se forjó la leyenda, así es como comenzó nuestra historia...

2 comentarios:

Seroc dijo...

Esta bien el prologo aunque casi hubiera preferido seguir con ese misterio asta llegar al momento en que se lo cuenten a la protagonista.

Cuando pueda leeré iré leyendo los otros capítulos, lo sabrás porque iré dejando comentarios en cada uno.

Black Cat dijo...

Gracias por tus comentarios, son muy instructivos.

Espero verte a menudo por aquí para darme consejos para llevar adelante esta empresa que tengo entre manos y mejorarlo todo lo que pueda.

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